QUIROMASAJE
Quiromasaje, término inventado por el doctor Vicente Lino Ferrándiz García (1893-1981), quien desarrolló esta técnica en España, viene de la palabra griega quiros (manos), lo que explica someramente su manual de intenciones. Y es que el quiromasaje es un conjunto de técnicas que se sirven de las manos del masajista para tratar al paciente de diferentes dolencias, y que en ocasiones se ve complementado por otras terapias, como la acupuntura, la aromaterapia, la homeopatía, etcétera.
Relajación y salud todo en uno, es un buen resumen de lo que nos puede ofrecer el quiromasaje, una de las técnicas de masaje más practicadas en la actualidad en los países occidentales.
Como explica Jesús Fontaneda, fundador, masajista y profesor en la Escuela Española de Quiromasaje de Cantabria, esta técnica es un compendio de varios tipos de masajes (masaje sueco, masaje turco, masaje oriental…) al que se añadieron una serie de manipulaciones novedosas que lo hicieron único y diferente. Los masajes manuales se vienen practicando desde hace miles de años, pero su evolución a lo largo del tiempo es lo que acabó desembocando en el quiromasaje, que tuvo sus primeros seguidores a finales del siglo XIX.
En este sentido, el quiromasaje se basa, según palabras de Fontaneda, en “la acción mecánica de las manos sobre la piel con unos movimientos -que denominamos manipulaciones- realizados con un ritmo y una velocidad determinada, y que tienen su efecto más inmediato sobre la piel, el sistema nervioso, el sistema circulatorio o el sistema músculo-esquelético, entre otros”.
Los tejidos blandos de los pacientes son movilizados por el quiromasajista con el objetivo de descontracturarlos, relajarlos o estimularlos. Las manipulaciones que realizará el especialista dependerán del objetivo del masaje.
- Piel: la piel se ve beneficiada por el arrastre de las células muertas con cada una de las manipulaciones. Además, es habitual usar cremas o aceites para practicar el masaje, lo que contribuye a mejorar y cuidar la piel, dependiendo de los componentes con los que estén hechos estos aceites.
- Aparato circulatorio: mejora la circulación sanguínea y, por lo tanto, el aporte de nutrientes a las células y a los tejidos. Esto hace que sea también ideal para las personas que sufren problemas de pesadez en las piernas.
- Sistema linfático: las manipulaciones favorecen el arrastre de las sustancias de desecho, con lo que se ayuda al buen funcionamiento del resto de los sistemas y órganos del cuerpo.
- Sistema nervioso: el quiromasaje tiene un efecto relajante en la mayoría de sus acciones, aunque hay ciertas manipulaciones que pueden tener un efecto estimulante.
- Sistema músculo-esquelético: los movimientos con fines relajantes y descontracturantes que practican los quiromasajistas hacen que este masaje permita aliviar muchos dolores que afectan al sistema músculo-esquelético.
Aunque, en líneas generales, el quiromasaje es un procedimiento seguro, hay que tener en cuenta que tiene ciertas contraindicaciones, que comparte con la gran mayoría de los masajes.
Jesús Fontaneda, responsable de la Escuela Española de Quiromasaje de Cantabria, recuerda que las contraindicaciones principales “vienen fundamentadas, sobre todo, por el estado de la piel del paciente”. Por lo tanto, no se puede practicar cuando haya quemaduras, heridas, infecciones u otras lesiones similares.
Por otro lado, Fontaneda indica que también es importante valorar el estado general de la persona antes de iniciar una sesión de quiromasaje. Por lo tanto, hay que vigilar si el paciente tiene enfermedades infecto-contagiosas, fiebre, debilidad extrema, roturas o fisuras óseas, así como aquellos otros problemas “en los que el sentido común aconseje la no aplicación del quiromasaje”.
Como siempre, ponerse en manos de profesionales y, si es necesario, comentar con el médico especialista la intención de recibir un quiromasaje, puede ser una buena idea para aquellas personas que tienen algún problema de salud añadido, como son los casos de cardiopatíasdescompensadas o cánceres.
En el caso de España, por ejemplo, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte es quien autoriza a las escuelas la formación de los profesionales que impartirán quiromasajes. Un sello de calidad (y también de seguridad al paciente) será buscar las acreditaciones oficiales.
Una sala tranquila con una iluminación tenue, música relajante y una temperatura idónea, es lo que se encontrará la persona que decida recibir una sesión de quiromasaje.
En el caso de que se trate de la primera sesión, una charla previa con el profesional es fundamental para descartar cualquier contraindicación inicial, así como determinar cuál es el problema que se desea tratar y el objetivo del paciente. Mientras se va elaborando esta pequeña ficha, también es el momento de incluir la edad del paciente y su estado físico general.
Después, sólo hay que tumbarse en la camilla y recibir las manipulaciones que el experto considere necesarias a medida que vaya determinando el estado del paciente con su trabajo. Las primeras manipulaciones serán una simple fricción con las palmas de las manos, sin aceites o cremas, con el objetivo de ir calentando la zona y relajando al paciente; posteriormente, el masajista irá evaluando el tono muscular y los posibles puntos en los que el paciente siente dolor.
Lo más habitual son los masajes de espalda, según indica Jesús Fontaneda, fundador, masajista y profesor en la Escuela Española de Quiromasaje de Cantabria. Esto es debido a que “se trata de la parte del cuerpo que más se resiente de la vida diaria y, por lo tanto, el destino de la somatización de diferentes problemas del sistema nervioso (estrés, ansiedad, depresión, insomnio, etcétera). Además, Fontaneda recuerda que los problemas en la espalda son “el origen de muchos dolores de las extremidades, tanto superiores como inferiores”.
Las manipulaciones que realiza el quiromasajista son muy variadas e incluyen diferentes pasos con las palmas de las manos abiertas; amasamientos con las yemas de los dedos, la palma de la mano o los nudillos; y percusiones con la palma, el puño o los dedos.
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